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Las fantasías sexuales son representaciones mentales de temática sexual. Se pueden producir de forma voluntaria o involuntaria por nuestra mente y son bastantes comunes, aunque la mayor parte de las personas se las guardan para su intimidad.
Suelen aparecer en la pubertad y acompañan al ser humano el resto de su vida. Se ha comprobado que tanto hombres como mujeres fantasean con la misma frecuencia pero sus fantasías son diferentes y los hombres suelen explicarlas con menos pudor que las mujeres. Las fantasías no dependen ni de la edad ni del sexo.
Tener fantasías es algo completamente natural y sano desde el punto de vista psíquico ya que sirven para desconectar la mente de los problemas cotidianos, es una vía de escape que nos lleva a la evasión. Además, tienen un poder afrodisíaco que puede aumentar el deseo sexual y la excitación. De hecho, parecer ser que tener pocas fantasías o carecer de ellas podría ser indicador de Deseo Sexual Hipoactivo o de sufrir un cuadro de estrés.
Para que este tipo de fantasías se pueda considerar como algo patológico, estas deberían de afectar a la vida del individuo y ser su única forma de tener placer sexual. En este caso hablaríamos de parafilias, en las cuales la fantasía se vuelve un acto obsesivo, cuyo fin no es la gratificación sexual sino llevar a cabo la situación generada por la obsesión de la persona.
Las fantasías sexuales ayudan a mejorar el placer propio, ya que estimulan la libido, por lo que es sano tener fantasías y no deberíamos sentirnos culpables por tenerlas.
Se pueden definir dos tipos de fantasías, las llamadas “creativas” que tienen como objetivo enriquecer la relación sexual y despertar el deseo y las “anheladas”, estas hacen referencia a lo que gustaría que pasara. Casi todas, tanto de un tipo como del otro, reportan sensaciones placenteras, aunque en ocasiones hay personas que pueden tener fantasías que le resultan perturbadoras como soñar con una violación, si la fantasía es recurrente y le produce malestar a la persona se debería de investigar el origen ya que podría haber algún trauma o miedo inconsciente en la persona.
Depende del tipo de fantasía. Según opinan los especialistas, algunas fantasías son mejores que se queden en la imaginación ya llevarlas a cabo podría comprometer la integridad física de los participantes y son tipificadas como delitos, por ejemplo, tener sexo en público. Otras fantasías, sí que pueden llevarse a la práctica ya que pueden ayudar a estimular la vida sexual y a superar algunas inhibiciones.
Lo mejor es que sea la misma persona la que decida si es mejor que estas se queden en el mundo de la fantasía o quiere probarla en la vida real. Pero si la persona está en una relación sexual en la cual sus gustos sexuales van en la misma línea que los de su pareja, no hay razón para no compartir las fantasías más intimas. De todos modos siempre hay que valorar si la fantasía puede molestar al otro. En una relación de pareja no todo ha de ser compartido.
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