Quizá hayas oído hablar de la palabra asertividad y no sabes bien a qué se refiere, o quizá es la primera vez que la escuchas. Sea como sea, es seguro que está teniendo influencia en tu vida, ya sea por su presencia o por su ausencia.
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La asertividad es una de las piedras angulares del proceso de psicoterapia, y parada obligatoria en el camino del bienestar.
Tiene que ver con la capacidad comunicativa y con reconocer el propio valor y los derechos personales. Todas las personas tenemos derecho a defender nuestras opiniones, a pedir lo que nos es necesario y a decir que “no”.
Así, podríamos decir que la asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, respetándonos a nosotros mismos y a los demás(¹). Es decir, cuando somos asertivos podemos expresar con claridad nuestras necesidades sin agredir a los demás.
Todas las personas podemos desarrollar esta capacidad, que hará nuestra vida más satisfactoria y nos liberará en gran parte de frustraciones y resentimientos.
Una actitud sumisa o pasiva no es asertiva y una actitud agresiva tampoco lo es. ¿En qué consisten ambas?
Una persona que se suele comportar de manera sumisa tiende a expresarse con frases del estilo de:
A la vez pedirá constantemente perdón o dará justificaciones o explicaciones que no se le han pedido.
En lo que respecta a la conducta no verbal, la persona vacila al hablar, deja frases sin terminar o no se la oye bien por el tono de voz bajo. Puede que haga poco contacto visual o por el contrario que intente complacer poniendo una atención excesiva en el interlocutor.
Con todo este tipo de conductas la persona está transmitiendo que se coloca por debajo de su interlocutor y que no se va a defender. Está intentando evitar el conflicto (posición de inferioridad).
Al contrario, se confunde a veces con la asertiva al pensar que se tiene derecho a decir todo lo que se piensa sin calibrar si se le falta al respeto a la persona que se tiene enfrente. Se caracteriza por frases del estilo de:
Las órdenes e interrupciones son constantes.
La expresión no verbal pasa por un tono de voz alto, gestos amenazantes o tajantes, invasión del espacio personal, mirada fija. La persona agresiva se coloca por encima de su interlocutor (posición de superioridad).
La persona asertiva se coloca en una actitud de igualdad con respecto a los demás, y se manifiesta de forma directa sin faltar al respeto a los demás (como sucedía el caso de la conducta agresiva), ni faltarse al respeto a sí mismo al obviar sus necesidades y sentimientos reales (como sucedía en el caso de la conducta sumisa).
La conducta no verbal es de seguridad y congruente al mensaje que se está dando. La mirada se mantiene pero no de manera amenazante. El tono de voz es firme y claro, pero no agresivo.
La asertividad es el estilo comunicativo que subyace a una sana autoafirmación en el mundo. Así, sirve para:
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Hay patrones de pensamiento que debemos detectar y desechar, como por ejemplo:
En definitiva, ¡desde una conducta asertiva podremos expresarnos respetando a los demás y haciéndonos respetar!
(¹) (²) Castanyer, O. 2018. Quiero aprender a quererme con asertividad. Desclee de Brouwer. Col. Serendipity.
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